Avia ombres que por conservar su vida procuraban con diligencia ver y saber si acaso se quedaba algún hombre muerto, a cuyo cuerpo acudían y cortaban y tomaban lo que les parescía: con lo qual, oculta y escondidamente guisándole y aderesçandolo al fuego, comían sin ningún asco ni pavor sus propias carnes.” Era l’any 1536 quan el cronista fra Pedro de Aguado va presenciar aquest fet. Formava part de l’expedició de Gonzalo Jiménez de Quesada i portaven dies viatjant per les espesses