Quan els conqueridors espanyols encapçalats per Hernán Cortés van arribar a la capital dels asteques, Tenochtitlán, l’impacte va ser extraordinari: “Habíamos enmudecido todos por el espectáculo que teníamos delante y no creíamos en nuestros ojos: grandes ciudades brotaban de la tierra y otras más grandes aún del lago. El lago mismo estaba invadido de canoas. Puentes y más puentes interrumpían la ribera. […] Pasábamos de asombro en asombro: vastas ciudades, edificios y templos