"Reunieron a los presos. Era ya de madrugada y se veía todo muy bien. Nos pusimos en marcha y llegamos a la carretera de Esparraguera. Pero no aguardaba ningún camión ni otro medio de transporte. Ya nos escamamos todos los que íbamos. Tanto más al ver un camino vecinal, a la izquierda, y a unos doscientos metros, unos cipreses nos convencieron de la trágica realidad. Comenzamos a oír protestas de los conducidos y el ruido de sus tripas al darse cuenta de lo que iba a ocurrir. Costó traba